En estos días celebramos con inmensa alegría el nacimiento de Nuestro Rey y Señor. Dios que se hizo hombre para hacerse cercano a nosotros y que como dice una parte de una oración hermosa que rezamos ante el pesebre sobre el misterio del nacimiento del Niño Dios:
“Así te necesitaba, oh Dios, mi corazón: "hecho hombre",
para poder mirarte con mis propios ojos
y poder amarte con un amor más humano.
Y tu bondad todopoderosa hace el milagro:
Tú el infinito, te reduces a la pequeñez de un niño,
y me miras y me sonríes y me amas.
Tú, el Verbo eterno de Dios, eres ahora "el recién nacido";
Tú, mi Creador omnipotente, estás ahora "débil" en mis manos;
Tú, la belleza invisible e infinita, brillas ahora ante mis ojos.
Tú, el omnipresente invisible,
ahora "estás ahí" frente a mí,
visible, palpable, accesible;
"estás ahí" y puedo mirarte,
y hablarte con palabras humanas,
y oír el sonido de tu voz.
Por eso es un momento oportuno para reflexionar sobre la actitud que tuvieron los Reyes Magos de oriente que fueron a adorar al Niño Dios, y para eso me gustaría compartir con vos lo que leí cuando era chica sobre esto, en un libro que recomiendo sobre todo para los jóvenes, pero que sigue siendo enriquecedor para los adultos. Lo escribe Mons. Thiamer Thot y se llama “El joven y Cristo” y del cual vamos a tomar para reflexionar un extracto....
Si les preguntásemos a los Reyes Magos cómo llegar a Jesús, ellos nos darían 3 consejos que en realidad fue lo que ellos hicieron:
1) PRONTITUD
Llegan y con inmensa alegría y con oraciones humildes depositan sus regalos a los pies del Niño Jesús. (El camino de los Magos no fue tan fácil como nos podríamos imaginar).
Sin una prontitud a prueba de sacrificios nunca hubiesen llegado junto al Niño Jesús.
Seguramente otros vieron también la estrella resplandeciente, se admiraron...; pero no la siguieron. No siguieron la invitación de Dios, y así no llegaron al Señor.
¿Solemos escuchar con el espíritu abierto la voz del Señor? Él nos habla cuando se despiertan en nosotros nobles anhelos y buenos propósitos. ¿Somos fieles en el cumplimiento de los mismos? Ahora es el mejor momento para revisar lo que hicimos durante este año que termina, y renovar nuestros propósitos de mejorar en todos los ámbitos, pero principalmente mejorar nuestra relación con Dios y crecer en nuestra vida interior, porque ese es nuestro GPS que nos va a llevar a destino, al destino que Dios planeó desde siempre para cada uno.
Si leemos en algún libro un pensamiento edificante, no pasemos corriendo; tomémonos el tiempo para que baje hasta el fondo de nuestra alma. “Mañana voy a ir a confesarme y a comulgar”. Brota este propósito en tu corazón; no lo difieras, realízalo inmediatamente. Prepara tu alma, tenla dispuesta para percibir la más tenue inspiración de Dios. Si nos ponemos a medir el tiempo que gastamos con el celular, o en redes sociales, o en la televisión o en conversaciones triviales o superficiales, nos vamos a dar cuenta la cantidad de tiempo que “perdemos” y que decimos “no tener” para dedicarle a Dios o a las cosas y personas que nos enriquecen y nos edifican. Así que ya dejemos esas excusas que no son ciertas y no nos sigamos engañando. Tenemos que priorizar y comprometernos a hacer las cosas que más nos ayudan a mejorar.
Una vida, según Cristo, supone abnegación, sacrificios; la indolencia, el desaliento se apoderan muchas veces de nosotros, no sentimos el gusto del trabajo, del estudio, de la oración, de la Santa Misa... En esas ocasiones es cuando más tenemos que ser fuertes y perseverar a pesar de todo.
También los Magos de Oriente hubieran podido rendirse al ambiente de paz que se respiraba en su hogar feliz. Pero la voz invitadora de Dios fue más decisiva para ellos que la inclinación a la comodidad y al regalo: Aprendamos de ellos prontitud.
2) PERSEVERANCIA
Aprendamos también perseverancia. Que aún la necesitamos más.
Durante su larga peregrinación muchas veces debieron sentir los Magos su espíritu agitado por la duda: ¿valía la pena emprender un camino tan aventurado? ¡Cuántos obstáculos! ¡Cuántas privaciones! Y para colmo, ¡se oculta la estrella misma! A cada paso ¡una sonrisa despectiva de quienes los ven pasar! "Ah, éstos son gente soñadora..., son los fanáticos del ideal..., son los hombres que viven en las nubes, entre las estrellas... ¡En vez de seguir su camino por la tierra!
"No les falta dinero, poder, bienestar; podrían divertirse, comer y beber hasta saciarse. Y ¡buscan ideales! ¡Buscan a un tal Cristo! Pero si son locos de remate... Proseguid, proseguid el camino, buscad..."
¡Y nosotros! No son los tres Magos los únicos que tuvieron que soportar semejantes desprecios y burlas. ¿No ha caído de labios de tus compañeros de trabajo o de la universidad —o por lo menos del ejemplo de su vida frívola— lluvia tal de hielo, o más bien de plomo, sobre tu entusiasmo ardoroso por el ideal? ¿Has perseverado en tu propósito? ¿Cuántas veces has querido romper con un vicio arraigado y lo has conseguido?
¡Cuántas veces ha brillado en tu alma, después de la confesión, la estrella de una vida según Cristo, y después la cubrieron de nuevo densas tinieblas!
¡Cuántas veces has hecho el propósito de ser hombre nuevo, y con todo sigues lo mismo que antes!
En estos casos el desaliento extiende sus negras alas sobre tu alma. "¿Vale la pena seguir luchando? A fin de cuentas, ¿no tienen razón aquellos que, a pesar de sumergirse hasta el cuello en los pecados y ser tan relajados en el cumplimiento del deber, se muestran tan alegres y, pagados de sí mismos, se ríen de todo esfuerzo moral, de todo empuje laborioso?"
En esos momentos recuerda que al final de todo los tres Magos tuvieron razón; aunque a costa de grandes sacrificios y a través de innumerables dificultades llegaron a Cristo; mientras que los cómodos y mundanos que de ellos se burlaban a la orilla del camino no conocieron al Redentor.
3) FE
Muchos vieron aquella estrella misteriosa, pero sólo tres emprendieron la ruta para seguirla. ¿Y los demás? Los demás eran... la masa que se ríe de todo entusiasmo por el ideal, de todo sacrificio generoso. Muchas personas y muchísimos jóvenes pertenecen a este grupo. Ellos "pasan” o “están por encima de todo", y con sonrisa despectiva emiten su juicio respecto de un compañero trabajador y sacrificado: "¡Cómo quiere mejorar éste!"
¿Nos desalentamos muchas veces? ¿Nos basta un fracaso para desistir de la lucha? No hacemos bien: también los Magos perdieron algún tiempo de vista la estrella que los guiaba. ¿Qué hacer entonces? ¿Volver a casa? ¿Dejar el camino a medio andar? ¿Menospreciar el resultado de nuestras luchas anteriores? No.
Levantaron sus ojos al cielo, creyeron, perseveraron y... vencieron. ¡También nosotros perseveremos! Puede ser que, durante nuestra vida terrena, en el camino que nos conduce a Cristo, tropecemos muchas veces; puede ser que las fieras de las tentaciones que nos acechan nos hagan sangrar con sus mordiscos y zarpazos; ¡pero no importa! No tenemos que quedarnos tendidos; no tenemos que permanecer en el pecado.
Una vez una monjita me dijo algo sobre la santidad que me quedó grabado a fuego y realmente creo que es así, y es que la santidad no consiste en no caer nunca, porque eso es imposible, sino que consiste en levantarse rápido y con un entusiasmo renovado por hacer mejor las cosas y crecer en virtud…. Esto realmente es lo que me motiva cada día, y por eso no me achico en buscar la santidad, y es lo que te propongo que hagas durante el próximo año, empezando hoy…
Vayamos Adelante..., adelante. Al final de la vida está esperándonos Cristo.
Recordemos siempre las enseñanzas que nos brindan los Magos. Siempre que estemos deseosos de encontrar el camino recto en la tierra miremos al cielo. Es decir, si tenemos que tomar una decisión seria, ponderemos antes bien en nuestros adentros qué es lo que quiere Dios. Vas a ver que así nunca tendrás que arrepentirte.
El ejemplo más hermoso de su fe viva lo dieron los Magos al final de su camino. Meditemos un poco cómo se habrían apagado sus ilusiones de no tener una fe viva.
Después de grandes fatigas llegan por fin a Jerusalén. Mas, ¿cómo? La ciudad no está engalanada con adornos festivos. No hay un alma que hable del Rey recién nacido. Aún más, los letrados, los doctores, apenas pueden indicarles vagamente en dónde han de buscarle. Por fin le encuentran..., y ahora viene la mayor de las sorpresas: ellos buscaban un palacio y encuentran una gruta; querían ver al hijo de un rey y contemplan a un niñito que tirita de frío. "¿Será éste el nuevo Rey? ¡No es posible!" —habrían exclamado muchísimos hombres.
Y ¿qué hicieron los Magos? "Y entrando en la casa hallaron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron" (Mt 2,1).
¡Ejemplo sublime de viva fe! De ellos hemos de aprender esta fe que se postra en homenaje de adoración ante Jesucristo y ante todas tus enseñanzas, por más que no pueda penetrarlas el flaco entendimiento humano.
“Hemos visto su estrella…”
"Habiendo, pues, nacido Jesús en Belén de Judá reinando Herodes, he aquí que unos Magos vinieron del Oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el nacido rey de los judíos? Porque nosotros vimos en Oriente su estrella, y hemos venido con el fin de adorarlo" (Mt 2,1-2).
Pero Herodes no supo contestar; no sabía dónde estaba Nuestro Señor Jesucristo.
¡Oh! ¡Cuántos hombres de hoy viven la vida de aquel infeliz Herodes! Lo tienen todo: bienestar, casa magnífica, mucha ciencia, arte; todo lo saben menos una cosa: no saben dónde está Nuestro Señor Jesucristo. ¡Pobres, pobres almas, pobres Herodes!
Te desafío ahora mismo a vos que estas leyendo este post, si a vos: ¿no podrías ser, la estrella brillante que condujese a estos pobres ignorantes a los pies de Jesucristo? Entre tus amigos, o quizá entre los inquilinos de la casa en que vives, o en el reducido círculo de tu familia, o en el lugar de veraneo donde estés de vacaciones..., ¡qué sé yo dónde!, hallarás a cada paso personas ignorantes, que van titubeando, a oscuras, que todo lo conocen — menos a Dios—; que cumplen escrupulosamente las normas de la moda; pero no se preocupan de los diez mandamientos.
Sé tú la estrella luminosa que guíe hacia Jesucristo a los vacilantes, por medio de una palabra espontánea y oportuna, con un consejo delicado e insinuante, y, sobre todo, con el ejemplo de una vida profunda, inconmovible y constantemente religiosa y coherente.
¿Puede haber en el corazón humano mayor alegría que la de saber que la espléndida luz de la propia vida ejemplar condujo a los padres, hermanos, amigos, para que adorasen también ellos al Salvador?
¿Te animas a asumir este desafío? ¡Que sea el challenge que se haga viral en este año que comienza!
¡Nos vemos en el próximo post! FELIZ Y SANTA NAVIDAD.
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