En esta segunda parte del post sobre el sufrimiento vamos a seguir tomando como referencia el libro "Meditaciones para los días de sufrimiento" del P. Estrada.
Y vamos a continuar con la historia de Job, de ese hombre del Antiguo Testamento que fue muy probado, que vivió muchas desgracias, y, a pesar de todo siguió confiando en Dios, después de algunas "crisis", como las que pasamos todos, porque Dios las permite para que seamos mejores y cumplamos con nuestra misión.
Vamos a empezar viendo (o más bien, imaginando como si los estuviésemos viendo), una especie de teatro donde los protagonistas son Dios y el diablo...
En el libro de Job, el autor, en una especie de teatro como decíamos, presenta a Dios y al diablo discutiendo....
Este es un truco que usa el autor para exponer sus ideas acerca de Dios... ¡y la verdad, es un excelente recurso!
Esta es la escena:
El diablo alega que Job es bueno por que de esa forma podrá tener asegurado su bienestar y sus riquezas; que no obra por amor, sino por interés personal (típico comentario también de la gente mal intencionada, tentadora o envidiosa) .
Y vuelve a decir satanás: -"¿Acaso teme Job a Dios desinteresadamente? ¿No le has rodeado con tu protección por todas partes a él, a su casa, y todo cuanto tiene?". (qué bien que cumple el diablo su oficio de calumniador y acusador de los hombres ¿no?).
Y le sigue diciendo a Dios: -"Pero anda, extiende tu mano y toca todo lo que tiene y verás cómo te maldice en la cara".
En este punto nos gustaría imaginarnos cómo Dios lo fulmina con la mirada y lo deja con las ganas de hacer daño a este hombre, tan recto y tan justo, que solo merecía la bendición de Dios...
Pero lo desconcertante es que Dios le permite al diablo acercarse al santo Job y destruir todas sus posesiones y enviarle una enfermedad horrorosa...
Vale la pena aclarar, que el diablo del libro de Job, y el diablo en general, es un personaje real, maligno, que tiene permiso para sembrar la destrucción y la enfermedad. Quizá conocemos algunas formas de llamarlo. Por ejemplo: Jesús le llamaba "el príncipe de este mundo"; San Juan aseguraba que "el mundo está puesto e el maligno"; y San Pablo, que fue zarandeado por el espíritu del mal, lo muestra como un "león rugiente" que anda rondando, viendo a quien devorar...
Para algunas personas el diablo es un cuentito tonto, o un personaje inventado por la Iglesia para hacer tener miedo a los fieles... incluso es lamentable que hasta en ambientes eclesásticos se hayan colado ideas no ajustadas a la Sagrada Escritura respecto del demonio... (Estrada, 1990, p. 41)
Si se ponen a pensar, se van a dar cuenta que ya poco se nombra al diablo, que poco se habla de sus argucias y de sus métodos... pareciera que a algunos sacerdotes o a algunas personas les da vergüenza hablar del demonio por miedo a parecer tontos, ilusos o a que los traten de ingenuos...
Por eso el Papa Pablo VI en una de sus catequesis aclaró algunos conceptos, y presentó al diablo como un "ser real y personal, pervertido y pervertidor". (Catequesis de 1975).
Así como los amigos de Job, que nombramos en el post anterior, tenían tantas teorías equivocadas sobre Dios, así también abundan las teorías acerca del demonio...
Ojo con caer en el otro extremo tampoco... de esas "personas que están viendo al diablo en todas partes... Esta tampoco es la guía de las Sagradas Escrituras, y como dice San Juan "El que está en ustedes es más fuerte que el que está en el mundo"... Así que quienes andan turbados y casi obsesionados por hechizos, brujerías y maleficios, ya se ve que tienen más fe en el diablo que en Dios; por eso no es raro entonces que lo encuentren en todas partes..." (Estrada, 1990, p. 41)
Los católicos creen firmemente en Jesús y centran su atención en Dios, y no en las fuerzas del mal. Por eso los católicos que viven en gracia de Dios, pueden decir con San Pablo "Si Él está conmigo, ¿quién contra mi?"
Mientras avanzamos en la lectura del libro de Job, y vamos viendo el poder del diablo que destruye bienes, hijos, y toca con la enfermedad al santo varón Job, nos asustamos, nos turbamos, no nos entra en la cabeza que pase esto y que Dios lo permita... pero la Biblia expone claramente que Dios está con Job, que hay de por medio un plan divino, que sólo puede ser producto del amor y de la sabiduría de Dios...
Qué difícil de asimilar todo esto ¿no?. Nos resistimos a pensar que esta sea la forma de obrar de Dios, y que ¿además tengamos que sufrir y padecer por nuestro bien?
No sé ustedes, pero yo me hago estas preguntas y muchas veces quiero retobarme a estos métodos que Dios nos aplica... Y en esto también Job me ayuda a intentar comprender con mejor voluntad, y en definitiva a aceptar que si estoy convencida de que Dios me ama, y de hecho no tengo forma de dudar, porque Cristo murió por mi en la cruz... entonces por algo será todo esto...
EL PELIGRO DEL SUFRIMIENTO
Pero de todos modos, viene bien reflexionar sobre el peligro del sufrimiento:
Como sigue diciendo el P. Estrada, al hablar de Job es fácil quedarse con las primeras frases del santo varón, al punto que da miedo seguir leyendo hasta llegar a lo que podría parecer casi una blasfemia... porque al principio de sus desgracias Job dice: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó"...
A su mujer que lo invita a maldecir a Dios, Job le responde: "Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar los males?"
Y aunque en el proceso Job llega a maldecir el día de su nacimiento, porque no dejan de lloverle las desgracias, nunca llega a sucumbir, porque termina saliendo a la luz la grandeza de su fe en Dios....
Como nos damos cuenta, ya sea en la vida de Job, en nuestra vida, o en la vida de las personas que conocemos: el sufrimiento prolongado es una prueba muy delicada para la fe.
Si la fe es débil, lo más probable es que la persona se derrumbe...
"Una persona no es santa por el solo hecho de "sufrir"... es cierto que el dolor nos puede purificar, pero también nos puede endurecer... Tenemos estos dos casos patentes en los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús:
-Al buen ladrón el sufrimiento lo hizo fijarse en la cruz de Jesús y se salvó.
-El mal ladrón murió maldiciendo a quien no le había causado ningún mal." (Estrada, 1990, p. 42)
Si la persona cree que todo sufrimiento que le sobrevenga en la vida es un "castigo de Dios", va a terminar perdiendo la fe en Dios, porque no va a lograr amarlo, solo tenerle miedo, y esto, como bien dice el P. Estrada, no es religión, sino superstición.
Y nosotros corremos con ventaja en todo esto del sufrimiento, porque ni Job, ni sus amigos, contaban como nosotros, con el mensaje de Jesús en el Nuevo Testamento para poder enfocar sus problemas.
Porque cuando contemplamos a Jesús en la Cruz, nuestra manera de encuadrar el sufrimiento cambia completamente...
Si nos preguntamos: ¿qué hice yo para merecer este sufrimiento?, o ¿qué hizo tal persona para merecer sufrir así?... El P. Estrada nos dice que desde un punto de vista práctico, Dios nos podría nombrar más de cien pecados personales que nos hicieron acreedores de purificación... pero ese no es el caso;
Y aunque podemos decir como esos memes: "Señor, ¿qué hice yo para merecer esto?haaaa, siii, ya me acordé...", este tampoco sería el caso...
O acaso, ¿qué pecados cometió María Santísima para ser la mujer de las siete espadas en su corazón?, ¿qué hizo esta Santa Madre para ver morir a su Hijo de forma tan horrenda?...
Y para todo, Jesús, colgado ignominiosamente de la cruz, es la mejor respuesta al misterio del dolor. (Estrada, 1990, p. 42)
El sufrimiento, y la tragedia en la vida de los buenos siempre desconcierta, o esa tribulación que nos sobreviene precisamente cuando mejor estamos sirviendo a Dios, son cosas que nos inquietan y nos turban...
Pero nadie tiene una respuesta total para ese misterio...
(Si como los amigos de Job, intentáramos dar respuestas concretas, nos equivocaríamos como ellos, presentando un dios fabricado por los hombres).
Ante este inquietante misterio, sólo nos queda confiar plenamente en Dios, como el Padre Bueno que es, que nunca permitirá "una prueba mayor a nuestras fuerzas".
El sufrimiento es una constante y un denominador común en la vida de los santos, y desde el momento en que ellos se acercaron más a Dios, lo aceptaron con su "misterio" y sus "raros" caminos; no pretendieron hacerle preguntas indiscretas, como las de Job antes de encontrarse con Dios cara a cara...
Pero eso lo vamos a ver en el próximo blogcast de esta "serie sobre el sufrimiento"... ¡así que no se la pierdan!
Esperamos que esto les quede dando vueltas, y que los ayude a reflexionar, y a entender, o mejor, a aceptar de mejor ánimo las pruebas y sufrimientos.
¡Nos vemos pronto! ¡Dios los bendiga mucho!
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