En los posts anteriores estuvimos reflexionando y meditando (espero) acerca del propósito de nuestra vida, viéndola principalmente desde la perspectiva de Dios, que es quien nos creó. Como decíamos, al ser Él nuestro “Inventor”, sabe mejor que nadie para qué sirve este “invento”… que somos nosotros, conoce perfectamente para qué nos creó. Nuestro para qué, en la mente de Dios, es una misión especial que sólo cada uno puede cumplir y para que podamos hacer eso nos dio talentos y circunstancias específicas.
Hoy nos vamos a centrar en esa misión personal, con reflexiones muy concretas y con algunos desafíos que les voy a proponer. Es cierto, ¡¡¡el tema da para laaaargo…!!! Por eso, cuanto antes empecemos, ¡mejor! Así que no dejes de leer hasta el final este post, que ¡estoy segura te va a gustar y ayudar en el proceso de descubrir tu propósito de vida!
Para hablar de la misión personal me voy a hacer eco de un autor que me gusta mucho, se llama Matthew Kelly, hay dos libros traducidos al español muy buenos que les recomiendo… al final les dejo el nombre de los libros por si les interesa conseguirlos, ¡vale la pena!
Si nos ponemos a pensar, todos queremos vivir de una forma más significativa, queremos hacer una contribución (muchos lo encaran para el lado equivocado porque justamente no tienen claro para qué fueron creados)… pero todos queremos aportar algo, hacer algo que tenga impacto. No queremos ser simplemente un engranaje en la rueda económica global (esto es todavía más cierto en las nuevas generaciones).
Y a pesar de esto… ¿por qué hay tantas personas cursando la adolescencia y aún a los 20 o 30 años, que perdieron la ilusión por su futuro? ¿Por qué parecen estar tan poco motivados para construir su futuro?
Aunque algunos digan que es simplemente porque son muy jóvenes, en realidad es porque fallamos en demostrarles cómo pueden hacer una contribución positiva a la sociedad y a la humanidad.
¿No es una de nuestras mayores obligaciones, sobre todo como católicos, ayudar a la gente joven, de hecho, a toda la gente, a encontrar una forma de hacer una contribución a través de sus talentos y habilidades que les son únicas?
Kelly destaca, que, en distintos ámbitos, cultural, político, empresarial, y en situaciones humanitarias, incluso dentro de los apostolados y de la iglesia, estamos fallando en conectar a la gente de todas las edades con sus propias habilidades y talentos, y con las necesidades reales de otras personas y de instituciones valiosas.
Dice que la explosión de pasión + propósito se detona cuando hay una correspondencia única entre necesidades y talentos o habilidades singulares… podemos ver que no estamos logrando generar esta explosión en las vidas de demasiadas personas… y es muy triste que eso pase…
Es cierto que cada uno de nosotros es responsable de encontrar una forma de expresar sus habilidades únicas. Sería un error abandonar ese deber. Pero también todos tenemos una responsabilidad colectiva de ayudar a que más y más personas puedan expresar y multiplicar sus talentos… Sino es como si les aconsejáramos a los protagonistas de la parábola de los talentos, que lo mejor que pueden hacer es enterrar su talento y no hacerlo fructificar o multiplicar. Si pensamos en la reacción de Dios ante la respuesta del que enterró el talento, nos damos cuenta que es el peor consejo que podemos dar y que Dios también nos va a pedir cuenta de cómo ayudamos a los demás a multiplicarlos con nuestro consejo y nuestra ayuda…
Como dije, hay un deseo universal entre las personas de todas las edades: vivir una vida llena de un mayor significado. Entonces ¿Hacia dónde nos dirigimos para encontrar ese significado? En su libro Kelly dice que, en relación al orden natural del desarrollo humano, los sociólogos y los filósofos se refieren a 3 etapas:
La primera es la lucha por la supervivencia. Esta etapa la vemos claramente en la vida de las personas, pero también en la vida de las naciones. Hay muchos países en vías de desarrollo todavía prácticamente absortas en la lucha por la supervivencia, y hay muchas personas en los países desarrollados que viven de salario en salario, obsesionados con esta etapa.
En la siguiente etapa, comenzamos a adquirir cierto tipo de conocimientos acompañados de una compresión de los procesos y de los sistemas en una búsqueda de independencia.
A medida que vamos adquiriendo conocimiento especializado y entendiendo cómo funcionan ciertos sistemas, comenzamos a desarrollarnos a nivel social y profesional. Es generalmente en este punto donde nos enfocamos en hacernos más y más efectivos en lo que sea que estamos haciendo. En esto consiste la famosa búsqueda de la efectividad, que constituye la tercera etapa; pero Kelly dice que es la cuarta.
Porque la realidad es que la mayoría de la gente se salta una etapa. Para ser realmente efectivo, tenemos que estar haciendo lo correcto. No importa que tan rápida o hábilmente podemos hacer algo que en definitiva es… ¡erróneo! o cuántas horas al día o cuántos años de nuestra vida le dediquemos… ¡Sigue siendo un error! El hacer lo incorrecto, “bien hecho”, no lo transforma en algo correcto; todavía es un error. No me refiero a lo incorrecto y correcto en un sentido moral, sino en sentido de lo que la persona está mejor capacitada para hacer según sus talentos y habilidades…. Creo que estamos de acuerdo en que habría sido un error para San Francisco de Asís el haber asumido la empresa de su padre y para Albert Einstein el haber pasado su vida en un colegio secundario como profesor de ciencias. Ojo que no hay nada de malo en ser un empresario o un profesor de secundaria si esto es lo que estamos llamados a hacer…
Entonces, si la primera fase es supervivencia y la segunda es independencia, y la cuarta es efectividad y desarrollo, ¿cuál es la etapa tres? La etapa tres es la misión. La mayoría de las personas se la saltan y esa es la razón por la que la mayoría de la gente vive en silencio vidas desesperanzadas.
Las personas más felices que conozco son personas que tienen un sentido de la misión que les fue encomendada. Tienen un gozo que nadie les puede quitar. La dicha y el gozo de sus vidas está ligada no a la concepción mundana de misión sino a la creencia de que ellos tienen las cualidades singulares para desempeñar ese papel y que fueron llamados para hacerlo. Tienen un sentido de que están en el lugar correcto, en el momento correcto, haciendo lo correcto. Sus vidas tienen sentido. Tal vez no tiene sentido para la gente que los rodea, incluso para aquellos que les son más cercanos. Pero para ellos, su vida tiene sentido. Confieso que son muy pocas las personas con esta claridad de misión que conozco, pero al verlas creo que vale la pena esforzarnos por seguir sus huellas y tomarnos en serio cumplir nuestra misión cueste lo que cueste…
Y para vos, ¿tiene sentido tu vida? ¿Estás en paz con quién sos, dónde estás y con lo que estás haciendo?
Los que tienen un sentido de misión en sus vidas están llenos de una alegría que trasciende la materia y las circunstancias. Aún en medio de tremendas dificultades, tienen una enorme capacidad de gozo. La razón se fundamenta en que independientemente de la situación por la cual atraviesa, tienen la certeza de que no es en vano. Ellos están en función de un propósito que va más allá de su propia complacencia… ¿Conocés a alguien así?, ¿sí?, qué bueno, no dejés pasar la oportunidad de pedirle consejo y de imitarlo… Si no conocés a nadie, te propongo estar atento a encontrar una persona así y seguirle los pasos….
Es cierto que muy pocos son llamados a grandes misiones, la mayoría de nosotros somos llamados a misiones que son mucho más manejables en el contexto de nuestra vida diaria. Eso es lo característico de una misión. No elegís una misión; sos enviado a una misión… Es por eso que tantos se saltan esta etapa lamentablemente…. Y esto es un problema en una sociedad como la nuestra que idolatra la autodeterminación.
Si estas personas felices tienen la convicción de que fueron llamadas a una misión ¿quién las llamó? Si vos no elegís una misión, sino que sos llamado a una misión ¿Quién te envía?
En base a las encuestas de opinión de los últimos cincuenta años que realiza la organización Gallup, el 94% cree en Dios, el 90% reza, el 88% cree que Dios le ama. Entonces, ¿Quién hace el llamado y los envía? Dios.
Obviamente, no podemos hablar de esto en las escuelas públicas, y tal vez es por eso que nos deshicimos de la tercera etapa. ¿Pero tiene sentido hacer lo inapropiado con efectividad, y no es algo deprimente pensar en los millones de personas que pasan su vida entera haciendo cosas contrarias a sus talentos y al propósito para el cual fueron llamados?
Entonces independientemente de si podemos hablar de Dios y de misión en las escuelas públicas o no, ese no es el punto. El punto es que es necesario sensibilizar a las personas respecto al papel que juega la misión en nuestras vidas… (espero estarlo logrando con vos hasta ahora, si no te convenciste todavía, seguro en los próximos posteos te vas a convencer, te lo prometo…)
En próximos posts vamos a comenzar a discutir cómo podemos encontrar nuestra misión en la vida y ayudar a los demás a hacer lo mismo, pero ahora antes de terminar, me gustaría aclarar que la misión y la espiritualidad están inseparablemente vinculadas. No conozco a nadie que sea auténticamente feliz que no tenga un sentido de misión en su vida… de hecho pareciera que entre más fuerte sea ese sentido de misión, mayor es la capacidad que tienen de experimentar una felicidad duradera. Pero la misión real es una expresión externa de una realidad interna… No conozco a nadie que sea feliz que no tenga una perspectiva espiritual. El encontrar nuestra misión en la vida y el desarrollar nuestra espiritualidad y nuestra vida interior, están intrínsecamente conectados.
La persona con el mayor sentido de misión que haya existido en toda la historia es Cristo. Él tenía totalmente claro quién era, para qué estaba aquí, qué era lo más importante, qué era lo menos importante, qué lo caracterizaba y qué misión estaba tratando de llevar a cabo a través de cada evento y conversación. Esta asombrosa claridad y sentido de misión era fruto de su relación con su Padre Dios y con el Espíritu Santo. Entre más nos acercamos a Dios, más claro se vuelve nuestro sentido de misión.
Anhelamos un mayor significado en nuestras vidas; deseamos profundamente hacer una contribución y el sentimiento de que estamos fuera de lugar nos invade. Todo esto es porque simplemente fallamos en buscar y encontrar nuestra misión. La misión es algo para lo cual tenés talento, algo para lo cual fuiste llamado y creado. Si podés abrirte a la posibilidad de esa idea, entonces estás a punto de experimentar un completamente nuevo nivel de vida.
¿Cuál es tu misión en la vida? Comencemos a descubrirlo….
No te pierdas los próximos posts, para que juntos nos aventuremos en busca de tu misión. ¡Hasta la semana que viene!
Libros de Matthew Kelly recomendados:
“Redescubre el catolicismo” y “Plenamente tú”
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