El mapa de un tesoro no pierde valor solo por ser antiguo. No hay nadie que encuentre uno y lo descarte solamente porque su apariencia revela muchos años de uso. Su valor no depende de qué tan viejo o nuevo sea. El valor de un mapa está determinado por dos factores: ¿Nos lleva el mapa al tesoro? ¿Qué tan grande es el tesoro?
La edad no le quita valor a algo ni lo hace irrelevante. Pero ese es el disparate de nuestra era. Hay un legendario vino australiano: el “Grange Hermitage”. Para darnos una idea de lo que vale un añejo: un vino de la cosecha de 1951 vale unos 40.000 dólares la botella y evidentemente no es menos valioso por ser añejo. Ningún coleccionista de vinos en el mundo diría: «No es bueno, porque es muy viejo».
Cada era muestra su arrogancia de distintas formas. La gente de esta época muchas veces menosprecia lo viejo y considera particularmente la sabiduría antigua como algo irrelevante en la vida moderna. La fe católica y el Rosario han sido lamentablemente objetos de este... disparate. Muchas personas, católicas o no, desestiman el catolicismo y sus prácticas, como la Santa Misa y el Santo Rosario, considerando que no aportan nada y que son irrelevantes, simplemente por el hecho de que son antiguos. Esta es una de las manifestaciones de la ignorancia ciega que afecta nuestra era.
El catolicismo es el mapa de un tesoro. Es cierto, es un mapa muy antiguo, pero aun así nos lleva a un tesoro —y el tesoro es interminable. No hay necesidad de excusarse por su verdad, belleza y sabiduría... definitivamente estos tiempos carecen de las tres....
El Rosario, de la misma manera, es también un mapa de un tesoro antiguo que todavía nos lleva al tesoro. Es un tesoro escondido, inagotable. Tomemos de él todo lo que podamos hoy y si regresamos mañana, descubriremos que los tesoros que el Rosario ofrece son aún mayores que los de ayer.
Mi recorrido con el Rosario
Soy una persona práctica. Cualquiera que me conozca lo puede decir. Me gustan las cosas que funcionan. No tengo nada en contra de las teorías, reconozco su valor, pero prefiero las ideas que sirven en la práctica. Me gusta resolver las cosas y no estar dando vueltas y vueltas a los asuntos para no terminar aportando ninguna solución o dilatando decisiones, eso me molesta bastante…
Me inspira la gente que ayuda a otras personas. Me inspiran las organizaciones que agregan un enorme valor a las comunidades y a sus miembros y los apostolados que se concentran en hacer crecer a cada persona que forma parte. Por eso pienso que hay algo genial en todo lo que "funciona". Y me encanta ser parte de grupos con ideas que funcionan y que mejoran la vida de los demás.
Nos damos cuenta de esto cuando algo deja de funcionar. ¿Vieron que cuando un celular o una computadora portátil deja de funcionar nos volvemos locos y sentimos que nuestra vida entra en crisis? Si ya les pasó seguramente se estarán riendo como yo en este momento al acordarme cuando me pasó (aclaro, me rio ahora, pero en ese momento sentía que se me bajaba la presión y que todo era un caos) …. Tenemos el hábito de apreciar las cosas mayormente cuando se terminan, se rompen o no están más…. Lo mismo nos pasa con las personas…
¿No les paso muchas veces cuando estamos enfermos, aun con no ser nada grave, o después de ver personas amigas o familiares con enfermedades terminales, y nos decimos que nunca más vamos a dar nuestra salud por sentada, (que vamos a comer sano, a hacer más ejercicio, a disfrutar más con las personas que queremos, a aprovechar para hacer cosas que nos gustan, etc)?, pero por supuesto que lo terminamos dando por sentado, y apenas nos sentimos mejor nos olvidamos de todos esos propósitos, incluso dejamos de rezar tanto como cuando rezábamos para curarnos o sentirnos mejor… si, lamentablemente solemos recurrir más a Dios para pedirle en nuestros momentos tristes, de prueba, de enfermedad, que cuando estamos bien y distraídos con nuestros intereses y las solicitudes del mundo…. Y tenemos esta gran expectativa de que las cosas simplemente funcionarán.
Pero volviendo al tema, el punto es: me gusta lo que funciona. Me encanta lo que funciona. Y quizá escucharon alguna vez estas preguntas cuando uno intenta mostrar la importancia del Rosario a la gente: ¿Rezas el rosario? ¿Por qué? ¿Cada cuánto? ¿Lo rezabas cuando eras niño con tu familia? ¿De verdad el rosario tiene importancia? ¿Cuánta? ¿Adoran los católicos a María? ¿Por qué le rezamos? Hay una y mil variaciones a estas preguntas, pero hay tres cosas que siempre podemos compartir al hablar del Rosario:
1. Funciona.
2. Te va a llenar de una increíble sensación de paz.
3. No te conformes con lo que te digo. Tenés que experimentarlo.
El Rosario funciona. Hay algo en él que asienta nuestra mente y nuestro corazón. Pone todo en perspectiva y nos permite ver las cosas según lo que realmente son. Llega a las profundidades de nuestra alma y nos calma, generando una paz que es inusual y bella.
¿Cuántas cosas podes hacer que puedan lograr lo que acabo de describir? Cuando digo "inusual y bella", no estoy simplemente usando palabras. Los únicos que no valoran esta clase de paz son aquellos que nunca la experimentaron. Si sos esa persona, me siento emocionada… El Rosario va a cambiar tu vida. Pero este es el reto: no aceptes este argumento solo porque yo lo digo. Comprobalo por vos mismo. Desarrollá el hábito de rezar el Rosario.
No espero que reces el Rosario una vez y te digas: “Magui tenía toda la razón. El Rosario realmente funciona. Mi corazón y mi mente se apaciguaron. ¡Tengo ahora todo en perspectiva! Puedo ver con claridad lo que más importa y lo menos prioritario. Mi alma está cómoda y tengo una paz intangible, profunda y permanente”. No, esto definitivamente requiere un hábito.
Puede ser algo que rezas los sábados. Así empecé yo. Puede ser algo que rezas los primeros sábados de cada mes. Puede ser que sea algo a lo que te sentís llamado a hacer todos los días…
Pero que quede claro, que para experimentar realmente los magníficos frutos del Rosario necesitas establecerlo como un hábito espiritual en tu vida. Llevamos una vida agitada en un mundo caótico. Todo esto nos puede llevar a una confusión que nubla la mente, inquieta el alma y nos lleva a tomar decisiones incorrectas. En medio de este caos y confusión nuestras almas necesitan y desean paz y claridad.
¿Tenés paz? Yo no. No ahora que estoy sentada escribiendo este posteo, pero tampoco en mi vida, en estos momentos. Tuve un mal día. A todos nos pasa de vez en cuando. Fue una semana dura. Parece que algunas cosas relacionadas a tres o cuatro situaciones se salieron de control, todo al mismo tiempo. Fue un mes largo y difícil. Surgen retos, no me ejercité, no llegué a cumplir i lista de tareas, y estoy tomando atajos en mi vida de oración. Entonces no, realmente no tengo paz en este momento. Caí en lo que parece ser mi problema constante: me comprometo más de la cuenta....
Cuando mi vida se torna así, sé que estoy dedicándole tiempo a algunas cosas que Dios no quiere que haga. Cada vez que pasa esto, tengo que adoptar una actitud de humildad, refrenarme y decirle a Dios: «Dios mío, decime de nuevo qué querés que haga ahora». Este es siempre un buen momento para rezar el Rosario y dejar que Dios me llene de nuevo con paz y claridad…
Continuará….
P/D: ¿Ahora voy por mi Rosario para rezarlo, voy a pedir especialmente por vos que estas leyendo este posteo:
- Si todavía no lo rezaste hoy, ¿te animás a hacerlo ahora y pedí también por mí?
- Si no lo rezas hace mucho ¿te animás a volver a rezarlo ahora y pedir por mi y por las personas que no lo rezan seguido, para que aprovechen los frutos de rezarlo?
- Si no lo rezaste nunca ¿te animás a rezarlo ahora por primera vez y aunque al principio no sientas nada seguirlo rezando cada día y pedí por las personas que no lo rezan, para que descubran este tesoro que acabas de descubrir vos? Te aseguro que nunca te vas a arrepentir, va a ser tu tiempo mejor invertido...
¡No te pierdas el próximo post!
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