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Foto del escritorMagdalena Martínez

Más resultados, más motivación, menos excusas

Actualizado: 25 jun 2020

En el post anterior, hablamos del primer paso para automotivarnos: saber qué sentido tiene lo que hago cada día…

Hoy vamos a avanzar al segundo paso, y ese paso es respondernos esta pregunta: ¿en qué grado busco y consigo “resultados”?

Conseguir “resultados” es conseguir lo que pretendo (sacar el carnet de conducir, terminar bien un trabajo, aprobar un examen, subir de puesto, mejorar como padres, crecer en santificación, etc.)

Tanto nuestra vida laboral como privada nos exige constantemente lograr resultados.

Si los resultados no importasen, no haríamos propósitos ni exámenes de conciencia. Los resultados sí importan, aunque muchas veces nos excusemos con algún razonamiento pseudo-espiritual.

Algunos se excusan con que “basta intentarlo”… y eso significa muchas veces “hacer algo, para cumplir”: Pero

San Pablo era muy claro: ¿No sabéis que en el estadio todos corren mas uno sólo recibe el premio? Corred de manera que lo obtengáis. (1 Cor 9, 24).

O sea, hay que correr buscando llegar a la meta.

Lo bueno, es que esta necesidad de resultados es un gran motivador para el logro personal, en todas las dimensiones de nuestra vida: espiritual, mental, emocional, y física.

Muchos autores que hablan sobre motivación desde el plano psicológico afirman que “el logro de lo que uno persigue es el motivador humano más importante para la acción”.

La razón principal de esto, es que cuando conseguimos resultados, crece nuestra sensación de que tenemos el control de nuestra vida y de lo que hacemos… (en lo que se puede tener algún control) y esa seguridad nos inyecta nuevo entusiasmo por nuevos logros y así sucesivamente…

De hecho, las investigaciones muestran que las personas que logran más resultados en lo que hacen, son más felices que el resto…

Lo curioso es que aunque es obvio que el la conquista del logro motiva, no todos lo buscan con la misma intensidad y dedicación… De hecho ¡algunos ni siquiera lo buscan!, aunque esto parezca increíble… Incluso conozco personas que se engañan pensando que buscar los logros es un pecado contra la humildad o que no es compatible con la vida de piedad o algo así… nada más lejos de eso… con más razón para la vida espiritual necesitamos logros que nos acerquen a la santidad que tenemos que conseguir… pero no me quiero extender con esto… a mí sí me parece increíble que las personas no busquen logros o no se empeñen en crecer y mejorar…

Los rasgos de nuestra personalidad, y las ideas y pensamientos que fuimos internalizando nos sitúan en alguno de estos 4 tipos comunes respecto del logro:

1. El que busca el logro

Suele ser una persona que tiene éxito donde lo busca, porque vive enfocada hacia el logro. Se pone objetivos de aprendizajes realistas, y valora mucho la formación en sí misma. Es una persona psicológicamente equilibrada, se percibe a sí mismo como controlado, capaz de controlar y hábil para motivarse. Tiene una elevada confianza en sí mismo (de esa sana confianza que dice San Ignacio que se conjuga con la confianza en Dios, cuando aconseja que conviene “obrar como si todo dependiera de nosotros, rezar como si todo dependiera de Dios”), aunque es flexible y está deseoso de asumir riesgos. Puede tener espíritu de cooperación social.

2. El que hace “sobreesfuerzos” para conseguir el logro

Suelen ser personas ansiosas, meticulosas y perfeccionistas, y dedican la mayor parte del tiempo a estudiar y prepararse, aunque de vez en cuando se desvían alimentando ilusiones vagas. A veces pueden mostrarse un poco hostiles hacia sí mismas y hacia los demás.

Son personas poco empáticas y con un bajo bienestar psicológico, vulnerables al fracaso, el cual tratan de evitar intentando tener éxito a toda costa. Cada tanto son optimistas, pero también viven abrumados por las grandes dudas sobre sí mismos que los aquejan constantemente.

3. El que trata de evitar el fracaso

Suelen ser personas muy poco flexibles, que siempre están disconformes con sus compañeros de trabajo, con quienes a veces se muestran intolerantes. No se percatan en lo más mínimo de las propias emociones y de las ajenas que entran en juego en las relaciones humanas.

Se sienten muy preocupados por todas las posibles implicaciones que pueden tener sus propios fracasos y adoptan conductas auto protectoras: ocultar información, practicar la maledicencia, meter púa con los superiores, etc.

En general son pesimistas, temen sobre todo cualquier clase de desafío o de sana competencia. Pueden tener una baja capacidad de autocontrol y verse a sí mismos como incompetentes.

4. El que acepta el fracaso

No está ansioso ni angustiado, pero tampoco está motivado. Es una persona que funciona bien psicológicamente, pero para ella el trabajo no es una prioridad. Vive como auto marginado, y en situación de pérdida paulatina de algunas de sus facultades porque no hace el más mínimo esfuerzo para nada, aunque ni siquiera tiene el orgullo o la vergüenza necesarios para echar la culpa a otros de sus fracasos.

Suele tratarse de personajes a veces muy creativos, pero al mismo tiempo muy individualistas y un poco o bastante excéntricos.

Si te tentaste pensando en las personas que conoces que encajan en cada uno de estos tipos, y no te concentraste en ser sincero para ver en cuál estás vos, entonces te aconsejo volver a leerlo, pero pensando en tus características y actitudes. Tomate tu tiempo, es importante cada paso que damos en el autoconocimiento, es la única forma de mejorar.

Con esto nos damos una idea de dónde estamos respecto a la búsqueda y a la obtención de resultados, para tener una vida más motivada, productiva y dichosa.


¿Qué podemos hacer para conseguir “resultados”?

Nuestros logros aumentan nuestra autoestima y al mismo tiempo nos sentimos más motivados e ilusionados en lo que hacemos… y para conseguir resultados en cualquier área de nuestra vida podemos hacer principalmente dos cosas:

1. Descubrir y potenciar nuestros talentos

2. Formarnos

1. Descubrir nuestros talentos y potenciarlos, es esencial para motivarme y entusiasmarme, porque cuando hago algo para lo que tengo talento natural “lo hago bien”, y como lo hago bien, me siento motivado a repetirlo.

¿Cuáles son mis talentos?

No lo pensés mucho… ordená estas palabras según la que más te atraiga o con la que más te sentís identificado. Ponéles número del 1 al 4 de esta manera: 1 a la que más te atraiga o te identifique; 2 a la siguiente; 3 a la otra y 4 a la que menos te identifique, incluso puede que alguna no te “diga” nada de nada…



(no sigas leyendo hasta no haber enumerado estas palabras… no te hagas trampa…)

a. Estructura. Si elegiste como preferida esta palabra con el número 1, es muy posible que seas ordenado y leas con detenimiento las instrucciones de cualquier nuevo aparato antes de usarlo. Te apoyas en reglas, normas, métodos, y sistemas, y te gusta seguir rutinas y procedimientos establecidos. Sin embargo, a veces te cuesta relajarte, y no te resulta fácil adaptarte a los cambios. Sos muy cuidadoso con los detalles, sos leal, seguro, responsable e implicado. Puede que te guste controlar, y tender a manifestar posturas un poco rígidas. Sos una persona conservadora, que aborda los problemas con método. En todo lo que haces, tratas de encontrar la forma “correcta” de hacerlo.

b. Relación. Si le pusiste 1 a esta palabra, seguramente es porque te gusta cooperar y comunicarte con otras personas de manera espontánea. De modo natural, te interesas por cómo se siente la gente, lo que hace, y buscas la relación y la armonía con los demás tanto en tu vida personal como en tu vida profesional. Como ponés la armonía, la satisfacción y el bienestar de las personas por encima de los resultados, te tensionas si no podés conducirte según los intereses, lo que puede ocasionar eventuales rebeliones contra quienes te presionan para que antepongas el logro a la relación, ya sea en casa o en el trabajo. Sos una persona empática y expresiva, conectas con facilidad con los demás, con quienes compartís enseguida sentimientos positivos y de buena predisposición. También podés ser compasivo y dar apoyo, y transmitir tu entusiasmo y sentido del humor.

c. Visión. Si esta fue tu palabra preferida, sos de las personas que fantasea, innova y crea con la vista puesta en el futuro Te aburrís fácilmente y buscas constantemente la estimulación de nuevas ideas, nuevas aventuras y nueva información.

Podríamos decir que sos adepto a los cambios, y te estresas y te disgustas ante el lado estructurado de la vida. Quizá seas algo impaciente a la hora de poner en práctica cualquier plan, pero te gusta proyectar. Sos por naturaleza, visual, espacial, y no verbal, y a veces llamás la atención de los demás con tu sentido del humor singular. Quizá la humanidad despierte un interés genérico en vos, pero probablemente no seas muy aficionado a las relaciones más estrecha persona a persona.

d. Resultados. Si marcaste esta palabra como tu número 1, lo más probable es que seas una persona amante de la acción, que pasas por períodos en que sentís una necesidad imperiosa de hacer que las cosas ocurran. Analítico pero enfocado a lo que tenes ahora y en este momento entre manos, preferís la acción inmediata que empezar a especular sobre el futuro, ya sea mentalmente o de palabra. Si bien no te gustan los esquemas demasiado rígidos, tampoco te gustan los cambios injustificados y sin pensar, y que no obedecen a ningún criterio lógico. Esto te puede llevar a alcanzar posiciones de liderazgo en una organización, desde las que podés tomar decisiones clave.

Tenes objetivos claros, y no experimentas ninguna desazón a la hora de tomar decisiones. Dada tu habilidad para ser crítico, no es de extrañar que a veces prefieras trabajos técnicos, mecánicos o financieros.

Te gusta superarte constantemente porque estás motivado, y si podés, emprendés acciones concretas para motivar a otros.

La palabra que elegiste como preferida (número 1), indica en vos una marcada preferencia o dominancia por enfocar tus asuntos del modo que se describió en el párrafo correspondiente a esa palabra. Y probablemente, crees que todo el mundo debería pensar de “esta forma”, que vos consideras que es la mejor.

La palabra que elegiste como menos preferida que la anterior (número 2), a lo mejor indica que la tipología correspondiente que evoca no es la que domina en vos, pero la tenés muy desarrollada y la utilizas como auxiliar. Seguramente podría decirse lo mismo de la palabra que marcaste con el número 3, si bien concentrarse de forma deliberada y permanente en utilizar este modo de conducirte, implicará un esfuerzo para vos que con el tiempo te agotará.

La palabra que marcaste con el número 4 indica unas competencias auxiliares a un nivel más bajo, o bien, y lo que es más probable, un paquete de competencias descrito en esa explicación correspondiente al significado de esa palabra, cuyo ejercicio vos tratas de evitar. Las situaciones que te exijan proceder de acuerdo a este modo de pensar, provocará en vos una fuerte sensación de resistencia, un incremento de tu irritabilidad, ganas de abandonar y de hacer otra cosa en la que podes poner en juego tus dominancias (modos de pensar que marcaste con los números 1, 2 y hasta quizá 3)

Todo esto es válido para la mayoría de las personas. Pero, hay unas pocas personas que tienen dos o tres dominancias, o maneras de enfocar, funcionar y procesar con similar nivel de eficiencia. Y una minoría, que son el 5% de la población, que es eficaz en los cuatro modos cerebrales. Estas personas no tienen dificultades en entenderse con otros, no importa el sector, actividad o profesional a la que pertenezcan. Esto hace de ellas buenos líderes. Hasta aquí lo del talento, y aunque hay muchas formas de conocer más sobre nuestros talentos, (cuestionarios, preguntarle a otros qué opinan de mí, probar actividades nuevas, ver qué cosas siento gran entusiasmo o deseo de hacer, analizar cómo reacciono ante eventos, personas o situaciones diversas, y el infalible: detectar qué me produce satisfacción hacer, porque seguro eso está directamente relacionado con mi talento), identificarlos y sobre todo gestionarlos no es una tarea fácil…

Pero no dedicarnos a esta tarea que está íntimamente relacionada con nuestra misión en la vida, para la cual Dios nos creó… es lo peor que podemos hacer.

La 2da cosa que dijimos que podemos hacer para conseguir resultados es formarnos, porque esto satisface una gran necesidad humana: la de mejorar constantemente, que es algo que Dios espera de nosotros, porque no somos perfectos, pero somos perfectibles, y no podemos renunciar a aspirar a esa imagen y semejanza con Dios, porque es algo que Dios nos infundió en nuestra alma.

Por eso tenemos que capacitarnos para hacer las cosas cada vez mejor, o capacitarnos para hacer otras cosas que sean necesarias.
Para esto es fundamental tener interés en progresar. Si yo no quiero progresar, no va a haber poder externo capaz de hacer que progrese.

Y, para mejorar en cualquier habilidad, primero tengo que saber cuán bueno soy en eso ¡Ojo aquí! Porque cualquier visión inflada o demasiado “modesta” de mis habilidades, no me va a dejar avanzar.

Ahora te toca pensar… ¿Cómo vengo con los resultados en mi vida? Si quiero resultados distintos de los que vengo acumulando hasta ahora, entonces llegó el momento de hacer algo distinto…

“si seguimos haciendo lo que habitualmente hacemos, vamos a seguir obteniendo los mismos resultados” …

¡Nos vemos en el próximo post! Dios te bendiga.


 

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