Dios –dijo San Agustín– tuvo un Hijo sin pecados en la Tierra, pero nunca uno sin sufrimiento… Partamos de esta realidad contundente: si hay algo de lo que no nos podemos escapar por más rápido que huyamos es del sufrimiento, de las frustraciones, de las cruces…
Los altibajos son parte de la vida, incluso las personas más irreflexivas se dan cuenta que en el sufrimiento, en las enfermedades, en las cruces, en los fracasos es donde más podemos crecer; donde nuestra alma se forja de la mejor manera; y, sobre todo, donde más cerca de Dios podemos estar… Porque si somos sinceros nos vamos a dar cuenta de que la mayoría de las veces, cuando todo nos va bien, cuando tenemos salud, cuando estamos contentos y todo sale como queremos, entonces… ¡nos olvidamos de Dios!..., o al menos nos olvidamos de estar mas seguido o más tiempo en su presencia.
Claro… pero cuando el dolor toca nuestra puerta y se instala,… ¡Ay Señor!... ahí empezamos a patalear, a llorar, nos enojamos, buscamos culpables, y todo eso que lleva el proceso del sufrimiento… Cada uno lo vive de distinta manera y con distinta intensidad… pero igualmente es algo muy duro de pasar… entonces ahí, recién ahí, en pleno sufrimiento… es donde nos acordamos de levantar la mirada a Dios; donde nos ponemos en campaña de buscarlo para que nos ayude; y ahí si no nos cansamos de pedirle, rogarle, prometerle cosas y todo eso que hacemos en la desesperación de querer salir de la situación de angustia…
Por eso, a pesar de todo, el sufrimiento tiene su parte beneficiosa, porque es lo que más nos mueve a Dios, a volvernos a Él, a estar más con Él. Y no podemos dejar de aprovechar esto, porque Dios también aprovecha esos momentos para darnos luces, para inspirarnos, para fortalecernos, para guiarnos, para bendecirnos y para ayudarnos a salir mejores de esa situación de dolor o frustración.
En el blogcast anterior, lo último que dijimos es que el sufrimiento es una constante y un denominador común en la vida de los santos, y que desde el momento en que ellos se acercaron más a Dios, lo aceptaron con su "misterio" y sus "raros" caminos; no pretendieron hacerle preguntas indiscretas, como las de Job antes de encontrarse con Dios cara a cara...
Así que hoy vamos a ver un poco qué es lo que hizo Job para ser tildado de indiscreto jaja pero lo más importante de esto es que vamos a reflexionar sobre lo que implica el encuentro con Dios.
El encuentro con Dios
¿Se acuerdan cuando hablamos de los amigos de Job?, Los amigos de Job, con sus teorías paganas acerca de Dios, sólo sirvieron para desconsolar al pobre Job. Y eso es lo que pasa cuando los hombres, con complejo de dioses, quieren tener una respuesta para todo… y lo único que logran es hacernos “tenerle miedo” a Dios, porque -como dice el P. Estrada- lo que nos presentan es un dios de barro, hecho a nuestra imagen y semejanza, un dios egoísta y vengativo, así como… somos nosotros…
Pero a Job lo que lo salvó de la desesperación fue su encuentro con Dios… que es lo mismo que nos puede salvar a cualquiera de nosotros en esas circunstancias difíciles y dolorosas de la vida.
¿Qué piensan que hizo Dios cuando fue al encuentro de Job? Lo primero que hizo fue lanzarle un montón de preguntas que Job no podía ni siquiera intentar responder… Escuchemos las preguntas de Dios a Job, que son las mismas que nos podría hacer a nosotros… así que mejor aprendamos de la experiencia ajena para no tener que pasar por ese momento incómodo que pasó Job por no tener las cosas claras….
Dios le preguntó: “¿Quién eres tú para dudar de mi providencia y mostrar con tus palabras la ignorancia?” (Jb 38, 2) “¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra?” (Jb 39,2) ¿Conoces las leyes que gobiernan al cielo?” …. ya me lo imagino a Job, cabeza gacha sin poder decir nada, con ruido de grillos de fondo… cri cri…
Pero como vemos, Dios no le entregó a Job la clave de sus maneras secretas de obrar. No le dijo porque hacía lo que hacía para que Job viendo el resultado del plan de Dios se consuele por saber cómo terminaba la cosa…. Dios únicamente lo encaró con su bondad y su grandeza….
Y Job, ante tanta bondad y grandeza de Dios solo pudo decir: “¿Qué puedo responder yo que soy poca cosa? Prefiero guardar silencio… “Hasta ahora solo te conocía de oídas. Pero ahora te veo con mis propios ojos. Por eso me retracto arrepentido, sentado en polvo y ceniza”. (Jb 42,5)
Bien por Job, buena respuesta, y bien por nosotros si aprendemos de Job cómo tenemos que responder en los momentos de sufrimiento….
Job se salvó de la frustración cuando se encontró no con el dios de sus amigos sabiondos, sino con el Dios único y verdadero. La gran verdad que dijo Job en ese momento fue: “Sólo te conocía de oídas”.
“Es muy peligroso el encuentro, solamente, con un Dios de catecismos y de libros. Ese es un Dios de “segunda mano”. A Dios sólo se le puede encontrar personalmente. Lo lamentable es que muchos son solamente “religiosos”, es decir, cumplen fielmente con ritos y oraciones, pero no han tenido nunca un encuentro fuerte, personal con Dios” … “La verdadera conversión, debe desembocar en un nuevo nacimiento, como le decía Jesús a Nicodemo, que haga que la persona se sienta “nueva creatura”, que comienza una nueva vida. Así como Job, que comenzó a ser un hombre nuevo”. (Estrada, 1990, p. 43)
Job, el de las preguntas rebeldes, dejó de cuestionar a Dios cuando se encontró con Dios mismo. Y optó por hundir su frente en el polvo.
Como dice el P. Estrada, esa es la única actitud que podemos adoptar ante los misteriosos designios de Dios: hundir la frente en el polvo… Y esta no es una actitud de cobardía y de miedo. Al contrario, es simplemente la actitud de quien tuvo un encuentro con Dios, lo experimentó en su vida, y ya no puede desconfiar de Él; por eso se abandona plenamente en sus manos…. A eso se le llama fe.
Que genial sería que, si todavía no experimentamos este encuentro personal con Dios, nos esforcemos por tenerlo. En este sentido, la oración, y sobre todo la oración, no de recitado, sino de una conversación intima con Dios cada día, de elevar nuestro pensamiento a Dios, de ofrecimiento de todo lo que hacemos, etc, nos puede llevar a tener ese encuentro y a tenerlo más seguido… para quienes todavía no escucharon el podcast de Leones de Dios, el padre Ariel, tiene algunos episodios donde habla del libro Tiempo para Dios, y nos orienta paso a paso sobre cómo mejorar nuestra vida de oración y nuestro trato personal y frecuente con Dios. No dejen de escucharlo. Van a sacar mucho provecho.
No nos olvidemos, que un encuentro con Dios, lleva necesariamente a un encuentro con los demás, a perdonar al que nos hirió…. (Estrada, 1990, p. 45) Porque el que experimenta el amor incondicional de Dios intenta imitar a Dios en ese amor… porque la alegría de saberse así de amado es desbordante, tan desbordante que deja en el fondo el resentimiento, el rencor, los deseos de venganza, la crítica, la falta de caridad…. Y deja que ese amor de Dios se derrame a través suyo hacia los demás… para que los demás también puedan experimentar un poquito del amor que Dios nos tiene y que tenemos la gracia de sentir.
El silencio de Dios
Algo interesante que nombra el P. Estrada, y que es parte del proceso de maduración en el sufrimiento y también uno de los métodos de la Pedagogía Divina, es el silencio de Dios…
“Lo mas desconcertante para una persona, en el momento de su tribulación, es el pesado silencio de Dios: no escuchar clara su voz, sentirse como abandonado de Él.” En estos momentos “la fe es lo único que salva; seguir creyendo que Dios es fiel, que estamos pasando un momento de purificación, y que, a la hora de Dios, cesará la tormenta.” (Estrada, 1990, p. 44)
“Cuando falta la fe, la persona se desquicia espiritualmente, y puede caer en lo que los filósofos llamaron “existencialismo”: considerar la vida como un absurdo”. (Estrada, 1990, p. 44)
¿Se acuerdan de cómo empieza el prólogo de la obra de Job, que aparece en la Biblia, el que les conté el episodio pasado? Bueno, dice el P. Estrada que, si Job hubiera podido escuchar ese diálogo entre Dios y el diablo, en el momento de la prueba, no se hubiera angustiado, porque hubiera sabido de antemano que un plan de Dios se estaba verificando en su vida. Y a nosotros nos pasa lo mismo: ignoramos los planes de Dios…
Pero cuando verdaderamente amamos a Dios, no desconfiamos ni un momento de Él, sino que lo seguimos amando en medio de la prueba, con la seguridad de que ese Padre bondadoso no ha buscado nada malo para sus hijos y que todo lo que permite es para nuestro bien. Como tan acertadamente decía San Pablo: “Todo resulta para bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28). Esa es la gran verdad de la fe. (Estrada, 1990, p. 44)
Bueno queridos amigos, llegamos al final de este episodio, esforcémonos por encontrar en cada paso de nuestra vida al Dios que Job encontró, el Dios verdadero… para que cuando la tribulación toque a nuestra puerta, no pensemos que Dios nos está “castigando”, sino que lo que Dios está buscando es que seamos fuertes, seamos mejores y busca bendecirnos de las maneras que menos nos podemos imaginar.
Algunos pueden pensar que esto es sadismo o autoengaño, pero como dice el P. Estrada, a la luz de la fe bíblica, esta es la pauta para que no lleguemos a hacerle preguntas inoportunas a Dios y para saberlo alabar en todo momento, incluso en la oscuridad y el dolor.
Así, ya que vamos a sufrir igual -de eso nadie se puede escapar como dijimos al inicio- al menos encontramos sentido en el sufrimiento, y no desesperamos, sabiendo que Dios está ahí para sostenernos, levantarnos y bendecirnos.
Sé que esta confianza en Dios cuesta, sobre todo en esos momentos difíciles, y cuesta porque tenemos tendencia a desconfiar de los demás, porque muchas personas ya nos demostraron muchas veces que no son dignas de confianza, que nos traicionan, que no están cuando más las necesitamos, que se alejan sin motivo, que nos hacen daño, etc… Pero… Dios es siempre fiel, no nos hagamos una imagen de Dios a la medida de los hombres…
Pidámosle al Señor, como pedían los Apóstoles, que aumente nuestra fe, y que nos ayude a tener una confianza ciega en Él… es un buen pedido para hacerle durante esta semana…
¡Nos vemos en el próximo blogcast! ¡Dios los bendiga!
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