En este post quiero compartirles algunas reflexiones que voy a tomar prestadas de un libro que estuve meditando, y dije, esto lo tengo que compartir si o si con nuestra comunidad de CAT, mi familia ya me estuvo aguantando de taladrarles la cabeza cada día después de las meditaciones jaja ahora les toca a ustedes…
Este libro se los súper recomiendo, para leerlo en cualquier momento, pero sobre todo en los tiempos de desolación, de sufrimiento, de desánimo, de tristeza o desesperación…
El libro se llama precisamente “Meditaciones para los días de sufrimiento” del padre Hugo Estrada. Tiene muchísimas reflexiones muy interesantes y sobre todo de mucha ayuda para cuando estamos pasando por esos momentos que no podemos evitar pasar y que escapan a nuestro control, como las tragedias de la vida, las enfermedades propias o de seres queridos, el sufrimiento que nos invade y muchas veces nos desconcierta.
Hay momentos en que todo se vuelve tan difícil que con cierta prepotencia preguntamos “¿por qué a mí?” … y esta pregunta en el fondo, como dice el P. Estrada, va dirigida a Dios como una protesta.
Con mucho más ímpetu la hacemos si además estamos convencidos de que no hicimos nada malo, de que nos estamos esforzando por hacer las cosas bien, por cumplir con lo que Dios manda, por hacer lo mejor posible las cosas que tenemos entre manos y por cuidar a las personas que tenemos cerca…
Entonces pensando en esto, nos llegamos a preguntar si Dios nos estará cobrando una deuda pasada, o si habrá perdido el control del mundo o si su justicia se habrá desequilibrado… porque sino no se entiende que nos estén pasando estas cosas que nos hacen sufrir.
En este primer post sobre este tema (les dije que estoy copada, así que no creerán que me voy a conformar con compartirles solo esta vez toda la riqueza que hay para meditar sobre esto…) quería proponerles que nos enfoquemos en un personaje de la Biblia del Antiguo Testamento, que el P. Estrada pone como uno de los referentes a imitar en todo lo que tiene que ver con el sufrimiento.
Este personaje es Job. Si no conocen o no se acuerdan bien la historia de Job, ahora se van a dar cuenta porqué es un gran referente de este tema, casi que podría ser “embajador del dolor” para nosotros.
Si no tienen fresca esta lectura en la Biblia les recomiendo que no dejen de leer todo lo de Job, realmente le van a sacar muchísimo provecho a esos pasajes de la Biblia.
Cuando inicia el relato en el libro de Job, el autor inicia como con una especie de teatro, donde van apareciendo los distintos personajes y van exponiendo diferentes teorías acerca del sufrimiento.
En resumen, “Job es un santo varón que sirve fielmente a Dios; tiene muchos bienes materiales. Un día pierde a sus hijos y todas sus riquezas. Cuatro amigos de Job llegan -según ellos- para consolarlo. Sus filosofías acerca del dolor, en lugar de levantar el espíritu de Job, lo hunden más. Finalmente, Job tiene un encuentro con Dios; Él no le revela el secreto de su actuación, pero lo hace reflexionar acerca de la bondad e inmensidad de Dios. Job termina hincándose y hundiendo su frente en el polvo”. (Estrada, 1990, p.39)
Es increíble como estas escenas están muy relacionadas con cosas que vivimos actualmente en muchas ocasiones, con amigos, con familiares, incluso con directores espirituales o líderes que pueden llegar a hundirnos más en vez de ayudarnos en los momentos de desolación y angustia, y no nos olvidemos que el desánimo es el estado de ánimo preferido del diablo, porque es el terreno ideal para que nos tiente a renegar de Dios, a no confiar en su misericordia y providencia, a abandonar las buenas obras y buenos propósitos, a desesperar, a alejarnos de las personas buenas, que nos ayudarían a salir más rápido de esos trances, y hasta podemos llegar a perder la fe. Por eso tenemos que combatir con toda la artillería disponible el desánimo, y creo que este libro y estas reflexiones pueden ser una gran arma para lograrlo.
Retomemos el caso de Job, y como decían en un programa de televisión donde pasaban fragmentos de películas tristes o tragedias dignas de novela, les digo como la conductora: “acompáñenme a ver esta triste historia” …
Los amigos de Job
Como muchas veces les pasa a los amigos, los amigos de Job creían tener una respuesta clara para el problema de Job… Y hablaron como quien tiene la clave y el secreto de lo que estaba pasando.
Uno de los amigos, Elifaz, decía: “¿Qué has hecho para echarte esto encima?”
Bildad, otro amigo, le aconsejó: “Confiesa tu pecado”. Todos ellos en el fondo, sostenían que Job estaba ocultando algún pecado y que, por eso, le habían sobrevenido estas tragedias… (la verdad que tengo que sacarme el sombrero con Job que se bancó a estos amigos sin decirles nada). Y como les pasa a muchos hoy, el dios que conocían estos amigos de Job, era un Dios “comerciante” con el que uno podía hacer tratos… le damos buenas obras a Dios para que Él nos devuelva el favor con bienestar y prosperidad económica.
“Este dios que defienden estos amigos es un dios pagano, un dios que tiene hígado como nosotros: que se irrita y se venga del que no se conduce rectamente” (Estrada, 1990, p. 39)
Aunque parezca increíble, como dice el p. Estrada este dios, es un dios muy difundido, al que hay que darle obras buenas para tenerlo contento y que no nos castigue. Por eso muchas personas no “aman” a Dios, sino que le “tienen miedo”. Así que tenemos que comprometernos nosotros a refutar estas falsas teorías sobre Dios, y si somos de los que pensamos que Dios es un padre castigador y no un padre infinitamente bondadoso y misericordioso, como de hecho lo es, entonces cuanto antes tenemos que dedicarnos a profundizar en estas cuestiones que nos dan luz para saber realmente cómo es Dios.
Y como dice el P. Estrada, sólo Dios nos puede decir cómo es Dios. “Es por eso que nos quedamos con lo que Jesús nos vino a revelar. Jesús presentó a Dios como un padre bondadoso, capaz de dejar la puerta de su casa abierta las 24 horas para que el hijo descarriado pueda entrar a la hora que se le antoje volver” (Estrada, 1990, p. 40).
En definitiva, los amigos de Job pretenden consolarlo; pero ellos no saben nada sobre el dolor, la angustia de verse abandonado por todos. Son teóricos, como muchas personas que conocemos, y por eso sus palabras son abstractas y no llevan paz, sino todo lo contrario.
“La persona que no ha sufrido no puede consolar”
Por eso tengamos cuidado con quien vamos a buscar consejo y consuelo en nuestros momentos de angustia y desolación, porque podemos salir peor de lo que fuimos.
Job puede darnos mucha luz, pero quien más autoridad tiene para consolarnos es Jesús, porque Jesús conoce el sufrimiento. “Es el Justo sin pecado, que llevó la cruz más grande. Él es quien tiene la palabra adecuada y precisa para el momento de nuestra tribulación. Son muchas las personas que, ante las tragedias de su vida, consultan a todo el mundo: psicólogos, médicos, brujos, sacerdotes; pero se les olvida consultar a Dios; se les olvida acudir a Jesús que ha prometido “hacer descansar” a los que con fe se acerquen a Él” (Estrada, 1990, p.40)
“Vengan a mi todos los que están agobiados y cansados, que yo los aliviaré” (Mt 11,28)
¿Estamos sufriendo?,¿Necesitamos ayuda?, probemos primero con ir a Jesús, probemos con descubrirle nuestras angustias, nuestras tribulaciones… contémosle cómo nos sentimos con las cosas que nos pasan y que no podemos controlar… con las que sentimos que no merecemos, o que no se la merecen las personas que queremos… le digamos que no sabemos como afrontarlas, que nos ayude, que nos guíe, que nos dé luz…
Estemos atentos para descubrir qué nos dice, qué nos quiere mostrar de sus planes que siempre son mejores que los nuestros y que todo lo permite finalmente para nuestro bien, para nuestro crecimiento, para prepararnos para nuevas bendiciones… Tengamos confianza, y aunque no entendamos nada ahora, aunque nos parezca que el horizonte no se va a aclarar, una vez más: ¡confiemos!…
En los próximos posts vamos a seguir reflexionando sobre algunas escenas de la vida de Job para sacarle todo el jugo posible a lo que Dios nos quiso enseñar con la vida y la actitud de este gran hombre. También vamos a ver cómo el diablo hace de las suyas con Job, y lo mismo con nosotros, para alejarnos de Dios. Pero, a pesar que Dios permite que el demonio actúe, el mismo diablo sabe que si Dios no lo deja nada, no puede hacer nada. Quienes están fuertes en la fe y la confianza en Dios, no tienen nada que temer ni que desesperar.
¡¡¡Ya estoy ansiosa por contarles la segunda parte!!! ¡Nos vemos en el próximo post!
¡Dios los bendiga!
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